martes, noviembre 20, 2007

Porque hay que ir este sabado a las 3:00 AM a la calle El Conde

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From: oscar lopez < <mailto:anacaguita@yahoo.com> anacaguita@yahoo.com>
Date: 19-nov-2007 20:57
Subject: Reflexiones antes del almuerzo: Por qué no le doy los 200 pesos al
policía

Reflexiones antes del almuerzo: Por qué no le doy los 200 pesos al policía


El jueves pasado, después de salir casi de madrugada de trabajar como food
stylist en un comercial de navidad de Supermercados Nacional con mis amigos
de La Visual Sonora, llegué a mi casa en la calle Duarte casi esquina
Mercedes, en la Zona Colonial. Subí a la azotea de mi casa a tomar el fresco
y mi amigo -y room mate-, el artista plástico Ney Díaz H. llegó minutos
después

¿Tienes cigarrillos?- le pregunté al bajar a recibirlo.

-No tengo, pensé que tú habías comprado- me dijo.

2:30 de la madrugada, la noche aromada de los jazmines del patio de una
iglesia cercana no parecía augurar maldad alguna.

-¿Te parece si vamos caminando por el Conde hasta la Cafetería Dumbo a
comprar?- le pregunté- acordamos ir

Nos llevamos un vaso de agua grande y emprendimos nuestra aventura. Fuimos
caminando, las farolas del paseo peatonal le imprimían a los edificios un
aire romántico y melancólico. Mientras, empezamos a ver la factura de
edificios construidos a principios de siglo. Le comentaba a Ney, que a mi
entender, el ser humano se ha ido envileciendo en la medida en que se han
constreñido sus espacios vitales, que las construcciones de antaño de
techos altos y ventanales amplios que invitaban a entrar y sentarse el aire
y la luz, hacían que así mismo fuera el "techo mental" de las gentes. Le
comentaba que una habitación de servicio de una casa de antes, tenía
dimensiones dignas, que ahora son como cajas, bajitas y obscuras, donde el
lavamanos queda arriba del inodoro, y frente a este, el ínfimo espacio que
ocuparía un catre de campaña o un camastro. Por supuesto que hablamos de la
Habana, de su enhiesta monumentalidad, de la eterna hermosura de su
herrería, del óvalo magnifico de la luz que la envuelve de día y de noche.

Llegamos a Dumbo, en el Parque Independencia, compramos cigarrillos y un par
de guineos (bananas), y de nuevo por el Conde, nos dirigimos a la casa.
Seguimos conversando y admirando la hermosa arquitectura de la zona, nos
tropezamos con varios mendigos que dormían en bancos. Nuestra conversación
era muy apasionada y amena. Dos calles adelante, se paró una camioneta,
doble cabina de la policía, como el que nada teme, nada debe, continuamos
sin prisa alguna caminando, del vehículo se desmontó aquel policía que, con
aires de esbirro trujillista, nos espero.

-Déjenme ver sus documentos-, tronó con cara de perro rabioso

Le mostramos nuestros documentos, nos dijo que estábamos presos por caminar
en la calle, que los únicos que podían estar en la calle eran los policías.

Nos subieron al vehículo donde habían dos policías más, con las mismas
normas de cortesía del cabo Payan, como luego supimos que se llamaba el cabo
de marras. Nos dieron vueltas por la zona, técnica que utilizan para
aterrorizar y quitarle dinero a las personas que detienen. Pero Ney y yo
continuamos conversando animadamente sobre la arquitectura, el arte y todas
aquellos temas que nos permitieron flotar sobre la mierda y la ignominia, no
sabía yo que había toque de queda en mi país, y que el derecho al libre
tránsito estaba restringido. Al no ofrecer dinero, ni suplicar, ni mostrar
miedo y continuar conversando sobre temas no entendibles para él, el cabo
Payan se enfureció y subió el radio a todo volumen.

Por fin llegamos al cuartel de la Zona Colonial de la calle Vicente
Celestino Duarte.

-Van a tener que salir por fiscalía- agregó con su tono áspero e
intimidante.

Un policía joven y de mejores formas, tomo nuestros datos en una maltrecha y
arrugada libreta escolar. Eran las tres y algo, la madrugada con su aliento
de metal afilaba mis sentidos,

-Traca traca, traca traca-sonaba suspendido en el techo de madera un
ventilador que amenazaba con desprenderse de su base.

-Traca traca, traca traca- la luz intermitente de un tubo fluorescente
prendía y apagaba, iluminando cuerpos dormidos en sillas desvencijadas y en
el suelo, un detenido pudiente roncaba en su saco de dormir.

-Traca traca, traca traca-. -La fiscal vendrá a depurarlos a las ocho de
la mañana,-nos informó el policía joven sentado en un escritorio gris plomo
descascarado, mudo testigo de quién sabe qué atrocidades.

El cuartel, una antigua casa colonial, que sin duda sirvió en otra época a
más nobles propósitos, emite un aura mórbida de cúmulo de dolores y
sufrimientos.

-Traca traca, traca traca- interminable noche, fumo en un patio español
enrejado - al que el policía joven me permitió entrar, junto a una fuente
que hace siglos dejó de cantar, hay motores confiscados, escritorios grises,
despatarrados, uno sobre otro, de cualquier forma.

Ney, tenía que dar clases de pintura a un grupo de no videntes,- tiene un
método de enseñanza de pintura para no videntes- y le explica al policía
joven, que debe llamar, pero en este cuartel no teléfono, ni prisa, ni
respeto al tiempo del otro. Fue una noche larga, donde nos guarecimos cada
uno en la fuerza y la dignidad del otro.

El día enviaba sus primeros emisarios, -Traca traca, traca traca- el abanico
desvencijado, sonando con acento de pala en caja de muerto. Los dedos del
alba coloreaban nubes. El policía joven se fue a acostar, y se me acabo el
poder vagar por el cuartel, y llego otro policía más viejo, con cara
inexpresiva y frente surcada de arrugas como fuelle de acordeón.

-Siéntense aquí- ordeno.

Me insinuó que necesitaba dinero para un pasaje. Empezó a barrer el cuartel,
-¿Usted no le pega a esto?- Le dijo a Ney, mientras intentaba pasarle la
escoba.-Si usted me obliga- le contestó Ney, mientras yo lo miraba con cara
de pocos amigos.

Llegaron las ocho, hora en que supuestamente la fiscal iba a depurar los
detenidos

- el preso de confianza -o el que brindaba refrescos, dinero y comida a los
policías- salió a la calle a buscar no sé que cosa, volvió con una muda de
ropa, pidió agua para bañarse, se baño y perfumo, esperando ser atendido por
la fiscal. Subieron la bandera e hicieron a todos pararse, yo me negué a
honrarla en aquellas condiciones, yo honro mi bandera porque amo mi Patria,
no por terror

Dieron las diez de la mañana, y pasó Abogado, un amigo que trabaja con
Guillermina ¿Qué tú haces aquí? Preso por caminar por la Calle El Conde.
Abogado preguntó al que estaba de guardia ¿Por qué me tenían allí? A lo que
el susodicho dijo que no sabía. Abogado nos llevó un desayunito y salió a
llamar a Guillermina. Después llegó un policía de esos con cara de asesino,
vestido de civil

-¿Ustedes son de Afganistán? Dijo señalándonos despectivamente,

Después preguntó "Si Ney me lo metía a mí, o yo a Ney" que "Quién le daba a
quién". Ney le contestó que ojala él ser la pareja de alguien como yo. Todo
esto transcurría a mis espaldas.

Después llegó otro, gordo bajo, no sólo de estatura física, sino moral,
-¿María es tú nombre?- me dijo burlón. -RESPETEME, QUE YO A USTED NO LE HE
FALTADO AL RESPETO- le dije con rabia. Conseguí un teléfono, y llamé a
Landa, -Por favor llama a Patricia al antedespacho de la Presidencia, dile
que estoy aquí-.

Pasaron horas, soportando burlas, faltas de respeto de todo tipo. Llamaron
de la Presidencia a los celulares de los encargados preguntando por mi, y
como que medio se asustaron, porque los policías aquí hacen sus fechorías
cuando entienden que tú no eres nadie y que no puedes llamar a nadie, ellos
te miran la ropa y los zapatos y por ahí evalúan, y como Ney y yo andamos en
chanclas y en jeans rotos, no les funciono el colador.

Vino un capitán enviado de la presidencia, tomo nuestros nombres y salió
para la fiscalía, en la puerta de al lado. Pasaron dos horas más y la fiscal
nada. Volví a conseguir un celular prestado y llame a Patricia, finalmente
vinieron de varias partes a soltarme, debo decir que el supervisor de
Politur que enviaron es un caballero, los otros dos cuando yo le dije de las
faltas de respeto de que había sido objeto y que iba a denunciarlo, tanto en
mi programa de radio, como en mi columna de Internet "Reflexiones antes del
almuerzo", me dijeron que "la cosa se podía ir más para arriba si yo me
ponía a hablar"

-¿Tú quieres que se vaya más para arriba la cosa, porque tú estás aquí
soltándome porque te mandaron de la Presidencia de la República?- les dije
molesto. El 2do Teniente Marcelino Comandante de la dotación me pidió
excusas, y nos llevo, como a las cuatro de la tarde, a donde la ocupada
fiscal, que no había podido, ir a depurar los presos, porque estaba tan
ocupada.

-Usted sabe que es cuidándolos a ustedes, porque en el Conde pasa de todo de
madrugada

-Si le contesté- lo que pasa es que yo de hablar tres minutos con una
persona, sé cuando es un delincuente, o cuando es una persona de trabajo.

Por eso no les di los 200 pesos al policía Cabo Payan, porque estoy harto
de esta crápula que se ciñe los laureles de ser "la autoridad", con
terrorismo, chantaje, chanchullo, miedo y bajeza, porque pasé un mal rato, y
lo voy a volver a pasar, porque no les voy a dar un centavo, ni al
troglodita grosero del cabo Payan, ni a ningún otro. No les doy los 200, y
los exhorto a que no les den un centavo, si por no pasar un mal rato
seguimos llevándole la cuerda a estos maleantes, nunca mejoraran las cosas.
Si algo me pasa sigan adelante, ellos pueden matar el cuerpo, pero no las
ideas ni el espíritu.

Por lo pronto, yo voy a seguir caminando por el Conde a la hora que tenga
que hacerlo, Este sábado pretendo caminar a las 3 de la mañana, con mi amigo
Ney, es una caminata de resistencia, si quieren unírsenos, el viernes les
enviaré otro correo.

Los amo, como amo la verdad, como amo las flores, como amo la justicia,
aunque en este país, la justicia se haga la pendeja, háganme el favor,
difundan este escrito, y no les den ni cinco pesos a quienes deberían actuar
con la majestad de la ley, y no son más que un club de delincuentes.

Oscar López Núñez

Epílogo:

Salimos al sol de la tarde y sonreímos,

-Ney, me siento orgulloso de ti- le dije con emoción

-Oscar, me siento orgulloso de ti, de tu coraje y valor- me dijo y nos dimos
un abrazo y caminamos por las calles de la Zona hasta la casa

<skype:federico_martinez?call>

1 comentario:

Wendy_NYC dijo...

Acabo de leer su historia en Remolacha y es increible como nuestro pais sigue sumido en la ignorancia, en la podredumbre de los que son "la autoridad" gracias a Dios no vivo ya en RD.

Pero los apoyo y les dire a todos sobre esto, muy buen escrito...