sábado, mayo 19, 2012

malísima idea


ponerse a escribir el día antes de unas elecciones presidenciales es una mala idea.  sé por donde comenzar, pero le temo a como voy a terminar.

mañana deberemos acudir a las urnas a elegir el próximo presidente de la república.  el resultado previsible es que ganara uno de los dos candidatos principales; ¿y entonces que? 

pasado mañana estaremos envueltos en los dimes y diretes del que gano, el que perdió, el que no acepta, el que grita fraude, abuso de poder, violencia en las urnas, etc.  en diez días los analistas explicaran las razones por la cual perdió el que perdió. ¿y entonces que?

en 90 días tomará posesión el ganador y en su discurso de aceptación de la banda presidencial dirá que su elección al más alto puesto de la administración pública es el reflejo del deseo de cambio de la nación.  que es su prioridad acabar con la pobreza, bajar los precios de los alimentos, procurar empleo y vivienda digna para todos, que en su gobierno no habrá corrupción. ¿y entonces que?

ya aposentado en palacio, después de los saludos de rigor, los familiares, amigos y conmilitones se quedarán en el salón de la cariátides mientras se retira el recién electo con su círculo íntimo a revisar, redactar, sopesar y corregir el gabinete inicial.  con cara de seguridad algunos, en ánimo de ministro otros y nerviosos todos, estarán esperando durante algunas horas que salgan los decretos.  los primeros son evidentes y predichos, habrá alguna que otra sorpresa, alguno se verá claramente enfurecido porque no le salió lo que le habían prometido. ¿y entonces que?

comenzarán cuatro años más de la partidocracia. con un grupo de tipejos que se abrogan la función pública como un derecho adquirido en la lucha por el poder. sin proyecto de nación, sin programa, improvisando soluciones de la forma que les sea pecuniariamente mas rentable. al tercero de esos cuatro años de latrocinio público a alguno se le ocurrirá que debería cambiarse la constitución para que permita la relección y pasaremos un año en discusiones estériles, y vendrán las elecciones del 2016. ¿y entonces que?

yo estaré el día antes aquí, sentado trabajando y sacaré una hora para escribir cuatro bobadas. O pudiera ser…

Que mañana unos pocos dominicanos votemos por un tercer candidato. Pocos, pero suficientes para forzar una segunda vuelta. Pocos, pero culpables de 30 días más de bullicio y chabacanería.  Pocos pero capaces de decirle al ganador de la segunda vuelta que su legitimidad comprada a las masas depauperadas e ignorantes es cuestionada por suficientes dominicanos como para haberlos forzado a que se elijan entre ellos.

¿Y entonces que? Se habrá sembrado la semilla de la destrucción de la partidocracia. Se habrá dicho que cuatro años más de desfalco del erario hace su modelo más débil. Que existe otra versión, y que pocos, pero suficientes, están dispuestos a perseguirla.

Federico A. Martinez
LOS QUE QUEREMOS LA DECENCIA SOMOS MAS