Hace algunos años mi amigo Pedro me pregunto sobre el tema del Impuesto sobre la Renta en un negocio que estaba comenzando. En esa ocasión le comenté que un negocio que funciona sólo si evade impuestos no vale la pena, porque la muerte y los impuestos son hechos de la vida.
Mi amigo Pedro decidió ignorar mi consejo, durante los últimos seis años ha estado declarando pérdidas o beneficios pírricos y sacando los beneficios aparte. Ahora mi amigo Pedro necesita hacer una inversión de cuarenta y cinco millones en su negocio y ningún banco le presta, porque como no gana dinero, sus estados arrojan que no tiene Capacidad de Pago. El banco sabe que Pedro tiene cuartos, pero las Normas Prudenciales no le permiten prestarle.
Le digo: “Ves Pedro, ese es el efecto de no haber cumplido con tu obligación fiscal, ahora tienes cuartos, pero no tienes crédito” y él me contesta: “Uhu, si me hubiera llevado de ti habría pagado $25 millones de pesos de impuestos en los últimos seis años, que ahora tengo embolsillao”; ese es el 30% de lo que se ha ganado en ese período. Se me ocurrió preguntarle ¿Y si los impuestos hubiesen sido ocho o nueve millones en lugar de veinticinco, los hubieses pagado? “No lo se”, me dijo, “pagar impuestos nunca es gracioso, por que uno no ve que es lo que se vuelven, pero si hubiese sabido que me iba a meter en este lío, de que no califico para crédito teniendo cuartos, a lo mejor”.
Mi amiga Giselle trabaja en una empresa privada y gana cerca de cien mil pesos mensuales, pero le “tumban” el 25% de su salario en impuestos. Mi amiga Giselle tiene tres hijos y paga $118,000 de escuela de uno y $74,000 por cada uno de los otros dos; eso es el 24% de sus ingresos. Le pregunto porqué se dispara ese gasto de escuela: “Mi padres me mandaron al Colegio Santo Domingo, a Intec a hacer mi carrera y me pagaron dos años de Postgrado en los Estados Unidos para yo ganar lo que gano. Si yo pongo mis hijos en el Liceo Juan Pablo Duarte, los mando a la UASD y que hagan una maestría en Intec ¿Cuánto van a ganar?” En los sesenta, fui a la UCAMAYMA en Santiago y mi hermana a la UNPHU, entre pensión y universidades mi padre pagaba poco más de $150 pesos mensuales, lo cual era menos del 10% de sus ingresos. Giselle quisiera que por lo menos le permitieran deducir de sus ingresos imponibles la inversión en educación y salud que hace en sus hijos, porque aunque sus impuestos pagan la educación y la salud pública, la calidad es tan mala que no quiere condenarlos a la mediocridad que ella prohíja.
Santa es la cocinera de mi hermana, en estos días fui a comer allá y me abordó: “Don, hable con su hermana a ver si me sube algo, usted sabe que la doña ta jodona con esa menopausia y no se le puede ni hablar”. “¿Y para que tu quieres más cuartos Santa?, Tu ni hijos chiquitos tienes”, le contesté. “Don, en El Café, donde yo vivo, no hay luz nunca, yo tengo un inversorcito para prender un bombillo y ver la novela; hace poco metieron una batida y me pegan un contador de los Félix Sánchez, y yo dique tengo que pagar $300 de luz. Yo no puedo pagar el 10% de mi sueldo en eso, arriba de eso, ahora dique van a subir el gas y los pasajes, y le van a meter ITBIS a la comida”.
Mi amigo Pedro encontró la manera de conseguir el financiamiento que necesitaba, porque al final el que tiene siempre puede; Giselle sigue soñando con un mejor futuro para sus hijos, aunque tenga que andar en un carro que la deja botada a cada rato; Santa decidió que le va a echar miel de abeja adentro al “Feliz Sanchez” a ver si se le meten hormigas y va mas lento y a mi hermana le están dando unas pastillas de fito-estrógenos naturales que dizque son muy buenas para la menopausia; en fin, dominicana sigue siendo dominicana, sin fin y sin esperanza.
El autor es consultor empresarial
Email: federico@promarketdr.com, http://tomandoencuenta.blogspot.com/
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