La electricidad es un bien de demanda relativamente inelástica; después que se tiene, existe un mínimo sin el cual usted no está dispuesto a vivir. El problema es que la demanda en general y la electricidad en particular no es una recta, es una curva logarítmica, esto es que cuando los precios suben la demanda tiende a caer rápidamente, pero llega un punto en el cual a cada nuevo aumento de los precios responde una menor reducción del consumo.
Cuando los precios suben tan abruptamente y de manera continua la opción de ajustar el consumo a los precios sólo llega hasta cierto punto. Con los combustibles, los sufridos padres de familia del “concho” y mucha gente más ha encontrado la solución en poner el carro a operar con gas propano, del que subsidia el gobierno; esto no es ilegal, es una “avivatada” criolla. Esto es lo que en mercadeo se conoce como “Demanda Alternativa”; si el precio de la mantequilla sube mucho, comienzo a comprar margarina. Dependiendo de cual bien se trate, existe un “Costo de Transacción”, que incluye desde el esfuerzo adicional que debe hacerse para poder adquirir el gas, hasta los intangibles como por ejemplo ¿Qué opinarán mis vecinos si ven que le puse gas a mi BMW?
En la gráfica que acompaña este trabajo he tratado de registrar cual es el consumo en kilos que debería tener si quiere mantenerse pagando el equivalente a cien dólares mensuales; asumo que usted consumía 650 kilos cuando la electricidad estaba a US$0.16 ajustando su consumo hasta el actual US$0.26.
El problema reside en que para usted mantenerse en el mismo nivel de gastos tiene que reducir su consumo en un 40%. Lograr esto va más allá de cambiar bombillas por bajo consumo, apagar la bomba de noche y prender el aire acondicionado a las 11:00 PM y apagarlo a las 5:00 AM. A medida que sube exorbitantemente el precio de la electricidad el monto dejado de consumir se convierte en un incentivo perverso que disminuye el Costo de Transacción de poner un gancho y robarse la electricidad, porque el suplidor alternativo en electricidad es robársela.
La clave de esta situación es el “Costo de Transacción”. Lo que se transa cuando se pone un gancho es la honestidad y el riesgo de ser sorprendido, el asunto está en la tabla de valores morales con que la sociedad evalúa al que se roba la electricidad. Una joven profesional con la que hablaba el otro día me dijo: “Voy a poner un gancho aunque me lleve el diablo, si los ricos y los políticos se roban la luz, porqué tengo yo que aguantar estos calores sin prender el aire de mi casa”. Me pareció bastante vacua mi cháchara habitual sobre el efecto de la corrupción en el desarrollo de los pueblos. La criminalización del robo de electricidad elevará el Costo de Transacción de poner un gancho; me pregunto con qué argumento moral lo vamos a implementar.
Peor me hace sentir que en realidad no hay razón para que la electricidad sea tan cara. El tollo comenzó cuando en el proceso de capitalización se permitió que se incluyera un 20% de índice de irrecuperabilidad dentro de la formula tarifaria. Fue como decirle de arrancada a las distribuidoras “si sólo cobran el 80% está bien, el 20% restante se lo repartimos en las facturas a los p…. que pagan”.
Para determinar cuanto debe cargar una distribuidora de electricidad se realiza un estudio de Valor Agregado de Distribución (VAD); hasta donde conozco no existe un solo estudio que diga que el VAD en República Dominicana debe ser diez centavos de dólar, todos los estudios que he visto rondan los tres centavos. Sin embargo, las distribuidoras de electricidad (privada y públicas) compran electricidad entre $0.14 a $0.16 el kilo y lo venden a $0.26. Todos los técnicos importados en dólares llegan a la conclusión que hay que cargarle al que paga la carga del que no paga y el resto al gobierno en subsidios.
Desconectar un medidor y determinar el robo es técnicamente tan fácil como desconectar un celular, el Dr. Vanderhorst-Silverio ha hecho toda una estructura conceptual parcialmente usando esa tecnología en su blog “Grupo Millennium Hispaniola”; podemos o no estar de acuerdo con su cosmogonía del tema, pero el instrumental existe. En algunas ciudades de Suramérica se está implementando un sistema de lectura del “contador” y emisión simultanea de la factura con pequeñas computadoras de mano.
Estamos en medio de la trampa que nosotros mismos armamos cuando por falta de visión de largo plazo se adjudicaron los concursos de capitalización a pesar de asistir un solo concursante a cada renglón aunque más de 20 firmas internacionales reconocidas habían retirado los pliegos. Si se le hubiese preguntado a Electricité de France (EDF) porqué no participó en el concurso de distribución a lo mejor no hubiésemos caído en el gancho de Fenosa. En el sector generación térmica la falta de visión de largo plazo hizo que termináramos con sólo 621 MW de potencia firme y bajo costo en la base. Por falta de visión de largo plazo autorizamos la instalación de 712.7 MW en motorcitos de 1 a 11 MW que no son ni firmes ni de bajo costo, que son incapaces de darle estabilidad al sistema y pueden desamarrar la barcaza e irse en cualquier momento. El mito del exceso de capacidad instalada en República Dominicana está basado en 1,361.9 MW (51% del total de la capacidad térmica) de plantas que no se pueden prender porque son carisimas de operar, o muy viejas y si se prendieran habría que vender el kilo al doble que actualmente. La política aupó contratos IPP cuyos “padrinos” cobraron alante y siguen cobrando dejándole el lío al país. En el área de transmisión, los esfuerzos ingentes de técnicos dominicanos muy capacitados han terminado armando un sistema triple diseñado más para protegerse de los blackout provocados por la incapacidad de los motorcitos que para transmitir a costo mínimo. Los 469.3 MW de las hidroeléctricas han sido “ordeñadas” para cubrir primero los reactivos que los generadores no suplían porque no se pagaban y ahora para vender electricidad en el mercado spot a los que tienen contratos de Madrid, permitiéndoles comprar barato y vender a precio de contrato, ganándose alrededor de dos millones de dólares todos los meses sin hacer nada y que pagamos todos a través de los subsidios. Mientras, las distribuidoras no ponen a concurso el 20% de su demanda, violando la ley de electricidad ante la mirada impávida de la Superintendencia. A esas presas, nuestro mayor activo en el sistema, no se les hace la inversión necesaria para aumentar su eficiencia y rendimiento. Finalmente, la distribución se la entregamos a unos españoles que se dieron, entre otras linduras, un contrato de más de 30 millones de pesos para podar matas y se prestaron el dinero ellos mismos, en dólares, a seis veces los intereses de mercado. A esos españoles que se auto compraron medidores a $24.00 dólares que cuestan sólo cinco en China y que no invirtieron en reducir la pérdidas técnicas como premio le regalamos $348.7 millones para que se fueran y nos entregaran dos empresas quebradas, con pocos activos más y US$464.5 millones en pasivos que fueron en gran parte a parar a empresas vinculadas en España; y la doña esa tiene el tupé de hablar de seguridad jurídica. ¿Donde estaba Jacob Söderman, el Ombudsman de la Unión Europea, mientras los dominicanos éramos saqueados por Fenosa y compartes? Ojalá el Banco Europeo de Inversiones se animara a hacer una investigación de lo que pasó aquí con la administración de las distribuidoras por sus ciudadanos corporativos.
Una de las decisiones difíciles es saber cuando un negocio no da más: el burro eléctrico se murió en la trampa de 51 años de abusos, no sigan apaleándolo, no va a caminar. Hay que buscar otro modelo, uno que trabaje con visión de largo plazo, que integre al sistema transparencia, eficiencia y justicia, pero mientras tanto, hay que hacer respetar la ley y entender que cada vez que apalean a los consumidores que pagan están fomentando el robo eléctrico.
Quisiera cerrar con una cita de la presentación del Ingeniero puertoplateño Luís H. Arthur en el “otro” forum eléctrico: “En ocasiones nos faltan pantalones y orgullo patrio para ser los autores de nuestro desarrollo, para defender lo nuestro con racionalidad y visión clara…. En 51 años hemos convertido una empresa rentable en un adefesio, que no permite al país competir internacionalmente con sus industrias, que nos hace vivir aferrados a plantas de emergencia ineficientes y contaminantes y a inversores y baterías gastadores en demasía. Hay que sacar la política. Todo lo demás vendrá sólo. Con mucho trabajo, planificación, transparencia, capacidad y sobre todo honestidad. Todos los estudios están hechos y se están actualizando cada día. Conocemos el problema, sabemos cómo resolverlo. Que nos dejen hacerlo para bien de todos.”
El autor es consultor de negocios
Email: federico@promarketdr.com, www.tomandoencuenta.blogspot.com
Publicado en el Periodico Hoy del 17 de octubre del 2006
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