Me acabo de encontrar con una joya; el CAFTA permite la entrada libre de aranceles a alimentos que comen los pobres de República Dominicana: arroz, habichuela y pollo. Pero como todas las cosas que tienen que ver con el alivio en la pobreza, nunca llega la felicidad completa.
El DR-CAFTA establece aranceles de importación para lo que se traiga en exceso de una “Salvaguarda Agrícola”. Esto significa, que se puede traer con “Cuota Arancelaria 0%” hasta el “Nivel de Activación” una cierta cantidad y de ahí en adelante se le aplica impuestos. Estos gravámenes son de 99% para el arroz y el pollo y 83.07% para los frijoles. El período de desmonte de estos impuestos es de 20 años para los dos primeros y 15 años para las habichuelas.
Los volúmenes autorizados a traer libre de impuesto de estos rubros básicos para la alimentación de los dominicanos pobres son tragicómicos. Para el arroz en el primer año son dos libras por cada dominicano, por año; para el pollo en total es de 4 onzas y para la habichuela son 2 libras por año.
¡Ah! Esto es para proteger al sufrido hombre del campo dominicano de la competencia desleal de los subsidios que los países ricos dan a sus productores agrícolas. Que yo sepa Tailandia no da a sus agricultores ningún subsidio y pueden poner arroz aquí a $4.50 la libra. Brasil no subsidia a sus polleros y pueden poner pollo entero congelado a menos de $20.00 la libra. Argentina no subsidia sus productores y puede hacernos llegar habichuelas a menos de ocho pesos la libra.
Mi amigo Pedro Julio dice que el problema del empresario dominicano es que toma un préstamo de doscientos mil dólares para la empresa y compra una máquina usada de cien mil para la fábrica y una yipeta nueva de cien mil para él. En una de las pocas ocasiones en que he sido invitado al JAD no pude evitar notar que mi Camry era el único vehículo de menos de medio millón de pesos entre todos los que había en el parqueo. En estos días escuche en la radio un comentario del presidente de Leche Rica diciendo que su empresa estaba preparada para el RD-CAFTA y que no temía a la competencia extranjera; de las cosas que dijo se me quedó una muy clara; dijo que entre los que se quejan del Acuerdo “hay muchos ganaderos de fin de semana”.
Que se jodan ocho millones y medio de dominicanos y paguen con su salud el alto costo de la comida mínima; el medio millón que vive de cosechar arroz, habichuelas y armar pollos entienden que merecen ese sacrificio. Por lo menos nos dejaron el consuelo de que de pavo se podrán traer 2 libras al año por dominicano libre de impuestos, quizás eso haga que el día de navidad los pobres dominicanos puedan comer carne.
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