Fue a finales de los setenta o principios de los ochenta que una joven de la 3M fue a darnos un entrenamiento sobre el uso de retroproyectores y filminas en presentaciones; hace 25 años era la última tecnología de comunicación. El comentario de cierre de nuestro jefe Nicholas de Bourgnecht, un suizo joven y profundo, fue: "No olviden que la tecnología de comunicación puede, pero no debe, sustituir el contenido del mensaje".
La base del asunto es que la memoria es acumulativa; lo que se oye se recuerda menos que lo que se ve y se oye al mismo tiempo, y se recuerda más lo que envuelve más sentidos. Después de leer a Marcel Proust no se puede caminar una calle del Faubourg Saint-Germain en París sin esperar ver aparecer a Odette o a Swan en cualquier esquina.
La inevitable modernidad se instaló cuando, allá por el 1971, Marshall Mcluhan nos dijo que "el medio es el mensaje". Nos hablaba de la fuerza de los medios y su invasión del sentido de la información. Contenido, veracidad, precisión, valor interpretativo quedan del lado del receptor cuando lee este párrafo. Cuando CNN nos repite la imagen de los aviones enterrándose en las torres gemelas de Manhattan y le agrega los comentarios de Wolf Blitzer todo los que salga de ahí es verdad precisa que no requiere interpretación. Verdades suficientes para atacar Afganistán, invadir Irak o ganar unas elecciones.
La educación hace la audiencia diferente. Oí un joven estudiante universitario danés en una entrevista en "60 minutos" de CBS caracterizar la actitud de su generación como "satisfecho". El decía: "No es que no tenga ambición, es que mi ambición es producir todo lo que necesito para poder dedicar tiempo a mi familia, a mis amigos, a vivir". En oposición la aspiración de la juventud norteamericana es ser millonario y tener la casa, el carro, el avión y el yate más grande. Si bien los nórdicos tienen el índice de suicidio más alto del mundo, respeto más el suicidarse por razones de angustia vital que el vivir en la felicidad de la ignorancia o salir a matar compañeros de escuela previo a matarse usted.
En un país ignorante la verdad es menos. Es un disparate dicho en la radio por un mid-cult de los que describe Umberto Eco en "Apocalípticos e Integrados". Es un eslogan insulso repetido en la TV o cuatro cifras sin referencias dichas ante una Asamblea de sicofantes.
Power Point en la campaña; Nicholas, sustituyeron el contenido.
LOS QUE QUEREMOS LA DECENCIA SOMOS MAS
1 comentario:
Excelente tu trabajo :) y como dices LOS QUE QUEREMOSS DECENCIA SOMOS MÁS
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