sábado, febrero 23, 2008

Yes we can; what?

El carisma de Obama es arrollador; su consigna "Si podemos" (Yes we can) arrastra multitudes crecientes en Estados Unidos. Su retórica de esperanza es lo que necesita oír la nación norteamericana, afectada por la ineptitud del gobierno de Bush. Ocho años de torpeza han profundizado la brecha de la pobreza, el desempleo, el déficit fiscal y de balanza de pagos; la falta de supervisión financiera que Bush y Greenspan apadrinaron creó el lio de los subprimes. La preponderancia de los grupos guerreristas y del petróleo, representados por Cheney y Rumsfeld metió a los EEUU en la guerra de Irak, con un costo en vidas y económico injustificable.

Hillary es dura y poco simpática; tiene contacto cercano con el establishment de Washington que le conoce y respeta. Bill Clinton la encargó de los proyectos sociales de su gobierno; ella se embarcó en una revolucionaria reforma del sector salud de 1,900 páginas que las aseguradoras y las compañías farmacéuticas enterraron cuando llegó al congreso.

Barak Obama fue electo el senador más liberal del congreso en el 2007 por el National Journal; Hillary fue número 16. De 267 medidas en las cuales votaron ambos sólo divergieron en 10, lo que es insignificante.

Las propuestas de campaña de Hillary tienen la precisión quirúrgica de un abogado de Washington, y son igual de entretenidas que leer un ensayo sobre espeleología. El discurso de Obama es encendido e impreciso. Sobre la guerra de Irak Obama ha dicho: salir rápidamente y hacer una conferencia de paz que incluya a sirios e iraníes; y que sea lo que Dios y Allah juntos quieran, agrego yo. En cuanto a la economía sus planes son igual de vagos; repite frecuentemente que todos los ciudadanos merecen mejores ingresos y más oportunidades. Tres años como Senador, cero experiencia en un puesto público de importancia y una brillante carrera como promotor de los derechos de minorías son un currículo que no impresiona para ser Presidente de la nación más poderosa y compleja del mundo. Contrario a lo que generalmente se piensa, el presidente de los EEUU es uno de los ejecutivos con menos poderes. La fortaleza de la posición descansa en la capacidad de concertar los grupos de intereses de la nación. El asunto es que los lobby del petróleo, las armas, la energía, Wall Street, transporte, y un largo etcétera son insensibles al "yes we can".

No sé si Barak Obama puede ser un gran presidente, es posible. Pero en general no apuesto por posibilidades, si no por probabilidades. Hillary conoce el negocio, ha estado donde se corta el queso y es efectiva, compasiva y realista. Su política internacional deberá ser más positiva y es muy probable que ponga más atención a América Latina, voto de su base en EEUU.

Los slogans son el resumen de los deseos de las masas, pero no garantizan efectividad ni justicia en una gestión de gobierno, ni allá, ni aquí.

LOS QUE QUEREMOS LA DECENCIA SOMOS MÁS

jueves, febrero 14, 2008

Calificación de Riesgo; “Picaito”



La calificación de riesgo ha sido sujeto de debate reciente. Como el nuevo formato del Periódico Hoy asume que se puede opinar con sentido sobre un tema en 300 palabras, voy a hacer un intento, más por probar, que por hacer sentido.


La calificación de riesgo se usa como referencia para calcular el spread o descuento sobre el valor facial de un documento. Esto puede sonar complicado, y realmente lo es; para simplificarlo digamos que si usted va a cobrar un pagaré de cien pesos dentro de 10 meses, ese pagaré vale hoy $86.17, asumiendo que el costo del dinero es 18% anual y que la calificación de riesgo del deudor es AAA. Esta calificación se traduce en que la probabilidad de cobrar ese dinero es 100%, pero ¿qué pasa si el deudor es mal pagador?


Un excelente trabajo publicado en la revista trimestral del Banco de Pagos Internacionales de Basilea (http://www.bis.org/) explica cómo interpretar los márgenes soberanos (Interpreting Sovereign Spreads; Remolona, Scatigna y Wu, marzo del 2007). La hipótesis del trabajo de referencia es que el monto de este descuento (spread) puede dividirse en dos partes: "la perdida esperada por impago (default) y la prima de riesgo, con esta última reflejando como los inversionistas valúan el riesgo de pérdidas inesperadas". Para demostrar su hipótesis hacen el cálculo del riesgo de impago de 22 países a partir de las tres calificadoras de riesgo más importantes del mundo (Moody's, Standard & Poor's y Fitch) para calcular lo que llaman RIEL (Perdidas Esperadas Implicadas en el Rating), que sería una aproximación al riesgo esperado; por diferencia con el descuento efectivamente usado en el mercado valoran la pérdida inesperada.


El trabajo confirma que estos RIEL están correlacionados estadísticamente con la calificación de riesgo soberano, y que sube a medida que la calificación de riesgo baja. La parte que más me llamó la atención es que el porcentaje del riesgo inesperado hace el spread muy variable. Países como Líbano, Venezuela, Indonesia y Ucrania cuyo RIEL se acerca al nuestro (aproximadamente 250 puntos básicos ó 2.5%) se negocian con spreads desde 3.25% hasta 8.75%, mientras a nosotros "nos tumban" 9.50%.


Parecería que el mercado financiero internacional interpreta que en un país donde na' e' na' el riesgo inesperado es muy alto. Quizás esto explique por qué a pesar de que según el EMBI+ el spread promedio para las naciones emergentes ha bajado desde 10.2% en noviembre del 2002 a 1.70% en diciembre del 2006, el de República Dominicana sigue "tan campante".


La verdad es que este opinar "picaito", como diría mi homónimo Frederick Martínez (A) "El Pacha" me deja con la incertidumbre de si logré decir algo que haga sentido. Si sí, que bien; si no, tendré que tomar temas más sencillos, como el análisis de la obra teatral de Aristófanes.


LOS QUE QUEREMOS LA DECENCIA SOMOS MÁS


El autor es consultor de negocios.


Email: federico@promarketdr.com

viernes, febrero 08, 2008

Reflexión de mi sobrino Allan

Estimados amigos y allegados:

Todos los que me conocen saben el tipo de persona que soy. Defiendo con vehemencia las causas que me parecen justas, aunque puedan ser causas perdidas o aunque pueda yo estar equivocado.

Habiéndose producido anoche una victoria para NUESTRO PAIS, en la serie del Caribe, pienso que debo externar y compartir extensivamente algunas reflexiones.

Siendo capitaleño de pura sepa, soy una persona que aprecia las características culturales y/o regionales de nuestro pueblo. El sancocho y la “i” de mis hermanos cibaeños, la hermosura de sus mujeres (me casé con una), la “rr” arrastrada de los sureños al hablar, la belleza de sus paisajes (Bahía de las Águilas, los atardeceres en Palenque, las Dunas de Baní, etc). Y del Este ni hablar… Las playas de Punta Cana, Bávaro, los pasteles en hoja en San Pedro de Macorís (frente al parque) y mil cosas mas que pudiera enumerar. Sin embargo, pienso que los dominicanos hemos olvidado los VALORES QUE UNA VEZ NOS HICIERON GRANDES.

Hemos olvidado las grandes victorias obtenidas en pro de nuestra libertad y emancipación. Desde la derrota de las tropas de Leclerc (en los últimos años del siglo XVIII y en los iniciales del siglo XIX), hasta la heroica detención de las tropas haitianas con ejércitos” improvisados (y prácticamente desarmados), pasando por la gesta patriótica de la restauración hasta la lucha constitucionalista y contra la intervención norteamericana de 1965. Todo ello nos hizo merecer el seudónimo de “David del Caribe” (como fuéramos llamados por Fidel Castro). Pero al parecer los dominicanos nos hemos ENVILECIDO TANTO que hemos olvidado todo eso (o simplemente no nos importa).

En el pasado reciente, cuando fuimos incluidos en aquel listado de “estados fallidos”, yo exponía que más que eso éramos una SOCIEDAD FALLIDA. ¿Por qué sostenía yo eso? Pues un pueblo que OLVIDA sus valores primordiales y no es capaz de hacer causa común en sus vicisitudes y de asumir posiciones NACIONALES frente a los extranjeros, es un pueblo FRACASADO.

Lamentablemente nuestra sociedad, en los últimos años, se ha politizado a un nivel tal que se expresa casi en todas las manifestaciones de la vida cotidiana. Y este proceso de politización ha generado a la vez un sentimiento de IRRACIONALIDAD y RADICALISMO manifestado hasta en trivialidades como la pelota (béisbol). Y en este orden de ideas quiero referirme a lo acontecido en el estadio Cibao durante el juego entre el equipo del Licey y el equipo de México.

Observé ese juego por TV y más que sentirme mal, porque mi equipo perdía, me sentí AVERGONZADO de ver como mis hermanos del Cibao vitoreaban al equipo extranjero y hasta insultaban a un equipo nacional que les representaba, aunque ellos así NO lo entendieran. En ese momento le comentaba a mi esposa (cibaeña), ¿pero hasta dónde llega la irracionalidad de la gente en este país? ¿Es que nos hemos olvidado de que somos dominicanos? Francamente pienso que el fanatismo NO debería llegar a tales extremos. Aquel espectáculo fue BOCHORNOSO. Y más que eso… fue profundamente IGNOMINIOSO y ANTI-PATRIOTICO.

Quiero que sepan todos mis lectores, que si HOY me hacen la pregunta de: ¿Cuál es la mejor formación beisbolera del país? Sin dudas algunas respondería que las Águilas cibaeñas. A mi eso NO me duele ni me pesa reconocerlo. Este equipo tiene, hombre a hombre, a los mejores jugadores. Es un equipo poderoso en su conformación, su liderazgo y su financiación. Es el equipo representativo de la región más rica y próspera de nuestra nación. Y que bueno que así lo sea.

Quiero que sepan también, que soy del Licey y NO por asuntos de regionalismos. Soy del Licey porque aprecio su mística. Porque aprecio su arrojo y su valor. Porque es un equipo que NUNCA se entrega. Porque da lo mejor que tiene. Porque NO se hecha al suelo a recalcar sus errores sino que trata de enmendarlos en un próximo encuentro.

  • Soy del Licey porque al ganar es un equipo que NO INSULTA NI AVASALLA a su contendiente. Más bien reconoce el esfuerzo éste.
  • Soy del Licey porque al ganar NO SE UFANA DE SER EL MEJOR EQUIPO.
  • Soy del Licey porque al perder, acepta su derrota con humildad y apoya al equipo que representará al país en las contiendas internacionales.
  • Soy del Licey porque el uniforme azul es una armadura que enviste al que la porta de su mística y su humildad. Ese uniforme convierte en héroes a jóvenes sin nombre que tienen su primera oportunidad en la pelota profesional en nuestro equipo. Siendo el equipo que más oportunidad ofrece a novatos
  • Soy del Licey porque su gloria no radica en sus triunfos y sus coronas. Su gloria proviene de su trayectoria de 100 años.
  • Seré siempre del Licey porque algunos jugadores de las Águilas nos insultaron y nos enrostraron que “carecíamos de gloria”. Porque nos llamaron equipito. Y porque, sin el menor reparo, trataron de hacer leña del árbol caído y hoy les toca recoger sus palabras.
  • Soy del Licey porque NUNCA se rendirá ni se anquilosará ante las adversidades y los agravios de sus adversarios.
  • Soy del Licey porque, como equipo, representa los valores que nos hicieron grandes como pueblo. Porque con su ejemplo enarbolan los principios de nuestros patricios.
  • Soy del Licey porque representa los valores más auténticos de nuestra dominicanidad.

En eso consiste esta reflexión. Ruego a mis compañeros Liceistas dar un abrazo a nuestros hermanos aguiluchos del Cibao. Un abrazo de amigos y hermanos. Un abrazo de dominicanos. Y quisiera pensar que nunca más veremos episodios tan mezquinos como el vitoreo a un equipo extranjero por simple rivalidad regional o por puro fanatismo. Porque al final SOMOS TODOS LOS DOMINICANOS LOS QUE PERDEMOS.

Hoy me siento feliz. Y me siento más feliz porque la República Dominica fue la que ganó vestida con el uniforme de NUESTRO GLORIOSO LICEY.

Un abrazo de fraternidad amigos y hermanos.

Allan J. Rodríguez Martínez.