Los
dominicanos repetimos mitos, o sencillamente hablamos disparates, sin analizar
las fuentes y sentido de lo que decimos.
“Nosotros
exportamos el mejor cacao del mundo y los suizos nos mandan chocolate carísimo hecho
con él. Deberíamos hacerlos aquí”, oí a
un “analista” hoy en la radio.
- “El mejor cacao del mundo”: Mentira. De acuerdo al World Atlas somos el número 9, después de México, Ecuador, Brasil, Camerún, Nigeria, Indonesia, Ghana y Costa de Marfil (8vo al 1ro respectivamente).
- · “Los suizos nos mandan un chocolate carísimo con él”. Mentira. Nuestras importaciones de chocolate son 1ro de Colombia, 2do de México y 3ro de USA.
- · “Deberíamos hacerlos aquí”. Mentira. El chocolate depende del maestro chocolatero, la fermentación y tostado que dan el carácter y sabor al chocolate. En la premiación 2015 del International Chocolate Awards hay 2 de 174 premios otorgados a productos hechos con cacao de República Dominicana: el “Dominican Republic Dark Chocolate Truffle” de Castronovo (Stuart, FL, USA) y el “Dominican Republic House Blend Truffle” de Chocolopolis (Seattle, WA, USA); hay una sola firma suiza y es un bronce.
El premio de
“Mejor de la Competencia” lo empató Cacaosuyo de Perú con su “Piuramilk”;
Perú no está entre los diez primeros productores de cacao, pero su Tribunal Constitucional ratificó que la fiscalía continúe la investigación a Nadine Heredia, esposa del Presidente Humala, por lavado de activos.
Los chocolateros
criollos producen productos de pobre calidad para que sean baratos. Los Rizek
han estado invirtiendo en hacer un chocolate de calidad por cierto tiempo, no
dudo que un día de estos lleguen a nivel mundial. El resto de los dominicanos
nos conformamos con asumir al papel de víctima.
No nos
hacemos responsables de nuestra conducta y actuamos consecuencia. Nos arropa la ignorancia, la ineficiencia,
los productos malos, la falta de institucionalidad y la corrupción. Pero en lugar de esforzarnos por elevar el
nivel de la educación, ser más eficientes y producir con calidad mundial, le echamos
la culpa a la globalización. Nuestros
gobiernos y políticos no nos respetan y somos incapaces de votar por el que si
lo haga.
Somos pusilánimes, ese no es un mito.