ponerse a
escribir el día antes de unas elecciones presidenciales es una mala idea. sé por donde comenzar, pero le temo a como voy
a terminar.
mañana deberemos
acudir a las urnas a elegir el próximo presidente de la república. el resultado previsible es que ganara uno de
los dos candidatos principales; ¿y entonces que?
pasado mañana
estaremos envueltos en los dimes y diretes del que gano, el que perdió, el que
no acepta, el que grita fraude, abuso de poder, violencia en las urnas,
etc. en diez días los analistas
explicaran las razones por la cual perdió el que perdió. ¿y entonces que?
en 90 días tomará
posesión el ganador y en su discurso de aceptación de la banda presidencial
dirá que su elección al más alto puesto de la administración pública es el
reflejo del deseo de cambio de la nación.
que es su prioridad acabar con la pobreza, bajar los precios de los
alimentos, procurar empleo y vivienda digna para todos, que en su gobierno no
habrá corrupción. ¿y entonces que?
ya aposentado en
palacio, después de los saludos de rigor, los familiares, amigos y conmilitones
se quedarán en el salón de la cariátides mientras se retira el recién electo
con su círculo íntimo a revisar, redactar, sopesar y corregir el gabinete
inicial. con cara de seguridad algunos,
en ánimo de ministro otros y nerviosos todos, estarán esperando durante algunas
horas que salgan los decretos. los primeros
son evidentes y predichos, habrá alguna que otra sorpresa, alguno se verá
claramente enfurecido porque no le salió lo que le habían prometido. ¿y
entonces que?
comenzarán cuatro
años más de la partidocracia. con un grupo de tipejos que se abrogan la función
pública como un derecho adquirido en la lucha por el poder. sin proyecto de
nación, sin programa, improvisando soluciones de la
forma que les sea pecuniariamente mas rentable. al tercero de esos cuatro años
de latrocinio público a alguno se le ocurrirá que debería cambiarse la
constitución para que permita la relección y pasaremos un año en discusiones
estériles, y vendrán las elecciones del 2016. ¿y entonces que?
yo estaré el día
antes aquí, sentado trabajando y sacaré una hora para escribir cuatro bobadas. O
pudiera ser…
Que mañana unos
pocos dominicanos votemos por un tercer candidato. Pocos, pero suficientes para
forzar una segunda vuelta. Pocos, pero culpables de 30 días más de bullicio y chabacanería. Pocos pero capaces de decirle al ganador de
la segunda vuelta que su legitimidad comprada a las masas depauperadas e
ignorantes es cuestionada por suficientes dominicanos como para haberlos
forzado a que se elijan entre ellos.
¿Y entonces que? Se habrá sembrado la semilla de la
destrucción de la partidocracia. Se habrá dicho que cuatro años más de desfalco
del erario hace su modelo más débil. Que existe otra versión, y que pocos,
pero suficientes, están dispuestos a perseguirla.
Federico A. Martinez
LOS QUE QUEREMOS LA DECENCIA SOMOS MAS