jueves, mayo 31, 2007

Cumplimiento Rentable

Recientemente he tenido algunas reuniones con banqueros, algunos pequeños y otros no tanto, para hablar de Auditoría de Cumplimiento. Para los no iniciados en temas regulatorios, debo aclarar que una Auditoría de Cumplimiento es una evaluación de la infraestructura de aplicación de las normas y reglamentos en un negocio regulado. De mis visitas he sacado la percepción de que existen tres actitudes frente al tema regulatorio que merecen ser evaluadas:

El Cumplimiento es un gasto del negocio. Las Entidades de Intermediación Financiera (EIF) han nombrado uno o más oficiales a cargo del cumplimiento de la normativa. Las funciones que se les han definido rondan alrededor del aseguramiento de que la EIF no viole ninguna norma o reglamento en la conducción de sus negocios. Esto se ha visto como una posición cuya función es decir que cosa se puede hacer y cual no, agregando gastos y costos a los procesos.

El énfasis en Cumplimiento es una moda pasajera. “Como resultado de las quiebras bancarias fraudulentas ahora nos están apretando el cocote a todos los que trabajamos bien. Tan pronto las aguas se tranquilicen, tendrán que aflojar, porque la economía está trancada debido a que con tantas restricciones prestar se hace muy difícil.”

La función de Cumplimiento es demasiado cara para los pequeños negocios financieros. Ese proceso, con oficiales y toda la parafernalia de reportes, lo que hace es incrementar el gasto administrativo y nos obliga a prestar más caro, sacándonos de competencia frente a las entidades grandes.

Las tres afirmaciones parten de un mismo punto de vista: el Cumplimiento es algo adicional a la operación normal de un intermediario financiero; esa es una forma de mirarlo.

Otra forma de verlo es que el Cumplimiento no es más que asegurarse que la Administración de Riesgo, que es una función sine qua non de todo negocio financiero, aplique los parámetros dictados por una autoridad. Un intermediario financiero es una persona o institución que toma un riesgo al decirle a alguien “tráeme tu dinero, que yo lo voy a trabajar y repartiré las ganancias contigo”. Si usted no sabe, o no puede, calcular y administrar riesgo no debe estar en el negocio financiero en absoluto. La normativa lo único que hace es expresar los parámetros de riesgo máximo que, según los técnicos del ente regulador, puede asumir un intermediario.

Cuando usted le presta quinientos pesos a un amigo que está sin empleo y la que está trabajando es su mujer, usted dice “mejor los hecho a pérdidas, así aparte del dinero no pierdo el amigo”. El Reglamento de Evaluación de Activos (REA) le dice lo mismo, pero en palabras más rebuscadas: “Se observa una clara dependencia en las fuentes secundarias de generación de flujo para hacer frente a dichas obligaciones (su mujer es la única que produce), ya que el flujo operativo es insuficiente, o su tendencia ha sido insatisfactoria (está sin empleo)” y califica el crédito como “C”. La diferencia es que el REA es más generoso y le dice que registre provisionalmente como pérdidas sólo cien pesos.

La complejidad de las operaciones de un negocio financiero, ya sea una EIF, un puesto de bolsa o una compañía de seguros es mucha, y muchos son sus riesgos. Cada área funcional de una entidad financiera presenta riesgos: préstamos, inversiones, tecnología, administración de tesorería, personal, operaciones, etc. son funciones diferentes, con mayor o menor riesgo cada una, pero todas lo tienen. De la misma manera los tipos de riesgos a los que está expuesto un negocio financiero son diversos: riesgos de crédito, de mercado, de liquidez, operacional, de reputación, legal, entre otros.

Una buena función de Cumplimiento, es una parte del área de Administración de Riesgos y asegura que la entidad no asuma ningún riesgo más allá de lo razonable o de lo que la norma indica, cual sea menor. Existen áreas donde todavía República Dominicana no tiene normativa, sin embargo, a nadie se le ocurriría que los riesgos no deben controlarse. Los sistemas de cómputos, por ejemplo, son la espina dorsal de cualquier negocio financiero medianamente moderno; sin embargo ningún ente regulador ha emitido una normativa de Sistemas Tecnológicos de Información. A pesar de eso, estoy seguro que bancos, negocios regulados de la Bolsa de Valores y compañías de seguro tienen políticas de protección de la accesibilidad y vulnerabilidad de sus computadoras y redes. Con o sin reglamento, lo más saludable es que el Oficial de Cumplimiento se asegure que los riesgos del área informática están cubiertos, porque la falta de un reglamento no va a justificar las pérdidas si ocurre un evento previsible.

¿Será la normativa una moda? Ojala que no, por el bien de los negocios. Cuando un conglomerado financiero de clase mundial evalúa una empresa dominicana ya sea para que le sirva de corresponsal, de agente de colocación de valores, para reasegurarle sus pólizas o hasta para abrirle una cuenta de banco en el exterior quiere estar seguro que sus sistemas de Administración de Riesgos son eficaces. Ninguna entidad internacional de prestigio quiere arriesgar su dinero o su reputación asociando sus servicios a una entidad donde, por ejemplo, la política Anti-Lavado se aplica de forma deficiente.

¿Es el Cumplimiento sólo para las grandes entidades? La respuesta es sencilla, si usted no puede pagar una Administración de Riesgos, cambie de negocio. Hoy en día, con los sistemas informáticos y el “outsourcing” de los servicios de Administración de Riesgos, el Cumplimiento ha bajado su costo de manera radical. Casi cualquier sistema puede producir reportes con los índices, migración y mitigación de riesgo, si se sabe como programarlos. Una vez se tienen esos índices es más fácil entender la política de precios y rentabilidad de la cartera de productos financieros y diseñar productos nuevos más a tono con el mercado específico que se sirve.

En este tema, como en muchas cosas, la República Dominicana se acerca a la globalización y a la apertura con los ojos puestos en el pasado. No, la función de los entes reguladores no es vigilar para hacer el negocio más difícil, es para hacerlo más seguro, para todos.

LOS QUE QUEREMOS LA DECENCIA SOMOS MÁS

Email: federico@promarketdr.com

Publicado en el Periodico Hoy el 31 de mayo, 2007

lunes, mayo 21, 2007

50 Dominicanos Opinan, 1 de 4

Hace mucho tiempo que no hago un estudio de mercado; durante los primeros años de mi ejercicio profesional era un instrumento que usaba diariamente. De todas maneras, y más por entretenerme que por la rigurosidad científica, me decidí a hacer una encuesta sobre temas de gobernabilidad usando un programa gratis en el Internet.

Mandé un correo electrónico a amigos y personas que me han enviado comentarios sobre mis artículos pidiéndoles que llenaran la misma; de estos 50 respondieron y a continuación resumo los hallazgos. Para los puristas del método, aclaro que una muestra de 50 en una población de clase media de aproximadamente 2.7 millones tiene un Margen de Error de por lo menos 15%, aceptando desviaciones de la media de 20%; en otras palabras, háganle caso a Rafelito Acevedo, esto es solo un ejercicio de curiosidad.

A la primera pregunta: “Para ser candidato a una posición electiva en un partido político lo más importante es:” las respuestas fueron como sigue:

Para ser candidato a una posición electiva en un partido político lo más importante es:

Indispensable

Muy Importante

Importante

Poco Importante

No Importa

Preocuparse por el bienestar de los electores

53%

16%

4%

18%

8%

Ser un Líder

38%

23%

25%

6%

8%

Tener gran capacidad intelectual

38%

21%

13%

15%

13%

Tener un grupo grande de activistas que haga campaña

30%

20%

33%

15%

2%

Hablar bien

17%

33%

35%

9%

7%

Tener dinero

18%

18%

23%

30%

11%

Por aquí comenzaron mis sorpresas. Los cínicos tenemos la tendencia a pensar que lo más importante para ser candidato es tener dinero, o por lo menos una claque con dinero que te apoye. Este tema sin embargo quedó en un último lugar con un 41% de los entrevistados considerando que no importa o importa poco. Como no lo entiendo, no lo voy a analizar.

El 69% de los entrevistados entienden que “Preocuparse por el bienestar de los electores” es indispensable o muy importante. ¿Refleja eso la historia de nuestra oferta política? Supongo que para los Balagueristas él se preocupaba por el bienestar de los electores, e igual para los Peñagomistas y Boshistas. Me queda abierta la pregunta de si esa preocupación por el bienestar de la patria y sus habitantes es una característica que mis entrevistados quisieran ver en los candidatos, o es su interpretación de los perfiles de los líderes que han seguido en su historia personal. De todas formas, candidatos, ya saben, a mostrar su interés por el bienestar de sus electores.

En otra interpretación, ¿será que mis amigos de clase media están diciendo que están hartos de tipos sin principios ni vergüenza, que llegan a los cargos públicos a servirse del pueblo? Por la naturaleza de la muestra, presumo que todos, o la mayoría de los que contestaron, tienen una fuente de ingreso más o menos estable y no dependen de quien gobierne para asegurar sus necesidades. Estarían entonces diciendo: Para gobernar necesitamos hombres y mujeres con sentido de deber social, que crean que su misión es hacer un cambio que favorezca a los más necesitados, que abra oportunidades a los dominicanos de desarrollar su potencial y que vayan a servir, no a servirse.

“Ser un Líder” sigue en segundo lugar con 61% de los Indispensable y Muy Importante. Líder es un anglicismo que viene de la palabra Leader, o guía. Es una “persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora.” dice el Mataburros de la Real Academia Española.

Me gusta la interpretación que hace Belén Blázquez Vilaplana del término liderazgo innovador de J. J. Linz (El liderazgo innovador en la transición a la democracia y en la nueva democracia, 1997, Pp 86), para definir al tipo de liderazgo político existente en la actualidad en algunas sociedades democráticas. Señala que este liderazgo es “aquel que es realizado por personas que dirigen con éxito los desafíos que plantea a una sociedad un acontecimiento histórico concreto y cambios políticos o sociales irreversibles, ganándose el apoyo, o al menos, la aceptación de la sociedad, la aprobación del electorado y la tolerancia de las principales instituciones.”

Globalización, la apertura a la competencia internacional, la pobreza creciente en una nación cada vez más rica, la ignorancia, la falta de institucionalidad y seguridad cívica y personal; son más desafíos de los que haya enfrentado ningún político dominicano nunca en su historia. Me pregunto si intuitivamente lo que mis entrevistados señalan con sus respuestas es que quieren a esos hombres y mujeres capaces de dirigir con éxito la nación frente a sus múltiples y opresivos desafíos. Me llama la atención de la interpretación de Blázquez Vilaplana, que se aleja del concepto de Líder Carismático de Max Weber.

No habla del hombre providencial, que todo lo sabe y todo lo puede, que hace brotar agua en el desierto y abre el mar para que su pueblo pase. Habla de “personas”, en plural, gente que es capaz de actuar en lo personal y en el colectivo.

Estas personas no “hacen” cosas, dirigen procesos sociales. Este líder aglutina gente capaz con quienes tiene comunidad de creencias, principios éticos y conducta; con ellos enfrenta la búsqueda de soluciones de forma planificada, metódica y organizada.

Habla de legitimidad, la legitimidad que da el voto. Del apoyo de la sociedad que se manifiesta en el sentido de comunidad con sus dirigentes y que admite sacrificios en pos de metas de bien común.

Este liderazgo recluta el apoyo o la tolerancia de las instituciones; los empresarios, los gremios, los medios, las iglesias, los partidos políticos, etc, todos elementos que cuando actúan por su propio y único interés son capaces de hundir la nación en el caos que hoy vivimos. Ninguna solución se encuentra sin afectar los intereses de algún grupo. En una sociedad sin líderes capaces de concertar el aporte de cada quien a la solución, el tira y jala de los grupos de interés termina en la situación de explotación y miseria de los más débiles y la amenaza de los bienes, paz y seguridad de los pudientes.

“Tener una gran capacidad intelectual” (59% de voto positivo) creo que responde a la percepción de que ya no es el tiempo de los “tiguere gallo”. En tiempos de Internet, de celulares, ATM y “delivery” es difícil ver en la dirección del estado gente de limitada comprensión de la complejidad de la economía y la sociedad. No creo que se espere la solución de todos los problemas a partir de ese candidato, pero si se entiende que debe tener la capacidad de comprender la numerosa y diversa información que se maneja en cualquier sector del estado.

“Tener un grupo grande activistas que haga campaña” obtuvo un 50% de votos positivos, un 33% neutra y sólo un 17% negativo. Interpreto que mis entrevistados valoran la infraestructura de promoción de la campaña con cierta importancia, pero no predominante. Esta percepción puede ser el resultado de la clase social de los entrevistados. En los barrios de clase media los activistas políticos son un “tigueraje bulloso” que incomoda. No estoy seguro que en Manganagua se obtengan los votos necesarios sin la maquinaria electoral que reparte ron, compra votos, llama a los programas de radio y TV y ofrece empleos en el sector público.

“Hablar bien” obtuvo un 50% positivo, pero con menos Indispensable que Muy Importante y con un 33% en posición neutra. La capacidad oratoria ha sido tradicionalmente un atributo valuado entre nuestros electores. Algunos de nuestros políticos imitan el estilo de nuestros líderes recientes, según su parcela. No tenemos ya un ciego culto que haga malabarismos de memoria en discursos de doble y a veces triple pespunte, tampoco un líder carismático que movilice las masas con palabras incendiarias, ni un profesor que reproduzca semillas de lechoza como didáctica de la productividad económica; y no estoy seguro de que hagan falta.

Nuestros líderes actuales usan Power Point y video, tienen sentido de la puesta en escena y leen del “telepronter”, lo peor es que se les nota. En los discursos de nuestros nuevos lideres, como en muchas películas modernas, los “efectos especiales” substituyen el guión, la estrella substituye la actuación y la escenografía substituye la buena fotografía.

En la película de François Truffaut “La Noche Americana” el personaje de Jacqueline Bisset dice: "...Las películas son más armoniosas que la vida, Alphonse. No hay atascos en los films, no hay tiempos muertos. Las películas avanzan como los trenes, ¿lo comprendes?, igual que los trenes en la noche.”. Así avanza nuestra política, como los trenes en la noche, armoniosa en su irrealidad.

Mi encuesta tiene diez preguntas y apenas vimos la primera; dejo a los que hacen el favor de leerme con la amenaza de más por venir.

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El autor es consultor de negocios.

Email: federico@promarketdr.com

Publicado en el Periodico Hoy el 23 de mayo del 2007


50 Dominicanos Opinan, 2 de 4

La segunda pregunta en mi encuesta se refiere a la forma en que la gente voto en últimas elecciones.

En las últimas elecciones, yo:

Voté por quien podía hacer lo mejor por el país

58%

Voté por el menos malo

20%

Voté en contra de otro candidato

10%

No voté

6%

No me acuerdo por quién voté

6%

Me compraron el voto o me obligaron a votar

0%

Me sorprendió la respuesta otra vez. Con frecuencia se dice que los dominicanos no votamos a favor de alguien, si no en contra de otro. Esta no es la experiencia que refleja las respuestas de mis entrevistados de clase media, y esto me llena de esperanza.

Creo que decimos que votamos en contra del que está como una forma de escurrir el bulto y asumir que escogimos el menor de dos males. Esta opción tuvo solamente el 20% de las opiniones. Que el 58% de los entrevistados haya ejercido su voto como reflejo de su convicción personal es un acto de responsabilidad social.

En contra de otro candidato votó el 10%. Y es que en la política, aquí como en todo el mundo, el voto negativo sirve como motivación importante. Siempre existe alguna idea o persona a la que hay que detener, y con ello se nos pretende convencer de elegir un mal menor. Buena lección: no me hables de lo malo del otro candidato, dime que vas a hacer tú.

La próxima pregunta de alguna manera proyecta lo que piensan los entrevistados de nuestra campaña actual. A la pregunta: “Las próximas elecciones las ganará el candidato/partido:” las respuestas fueron:

Las próximas elecciones las ganará el candidato/partido:

Indispensable

Muy

Importante

Indiferente

No es muy

Importante

Ninguna

Importancia

Con más publicidad y propaganda

36%

43%

6%

11%

4%

Que más dinero gaste

40%

34%

6%

13%

6%

Que mejor comunique sus ideas

32%

34%

17%

13%

4%

Que mejor hable

19%

45%

15%

15%

6%

Que tenga más experiencia en hacer las cosas bien

15%

26%

28%

17%

15%

Con mejor programa de gobierno

15%

22%

15%

20%

28%

Que sea más honesto

21%

15%

21%

23%

21%

Los consultados proyectan aquí la forma en que entienden que se ganan los votos en esta sociedad. Evidentemente en contradicción con la primera pregunta, donde los entrevistados entienden que la “preocupación por el bienestar de los electores” es la principal característica que quisieran ver en un candidato político, y el “tener dinero” es la última, aquí proyectan la realidad que están viendo a su alrededor.

El ruido publicitario es lo que el 79% de la muestra entiende hará la diferencia entre ganador y perdedor. Más publicidad, más propaganda, más dinero gastado. Fiesta de los medios, y recuerdo a Marshall McLuhan, “El Medio es el Mensaje”.

¿Hasta donde es esto la reacción elitista de una pequeña burguesía que se entiende conciente de su interpretación de la política, pero está separada e incomunicada de la gran masa proletaria a quienes se idiotiza con slogans de tres o cuatro palabras? Ese aislamiento es la actitud que creó la Venezuela de hoy en día, donde la clase media, separada de la gran masa empobrecida no interpreta ni encarna las necesidades de justicia y le abre el juego a un coronel que represente los irredentos.

De igual manera que la clase media de Venezuela consumió sus energías creadoras bebiendo Etiqueta Negra y haciendo compras en Miami, la clase media dominicana se centra en yipetas y torres de lujo, anestesiada frente a la necesidad de millones de compatriotas que apenas tienen para comer.

En el otro extremo los valores positivos: ser honesto y tener un buen programa de gobierno quedan de último. Y es que los de clase media estamos convencidos que la democracia se encuentra en las manos de una gran masa de votantes a quienes no les importan los principios, no les importan los valores, y por supuesto, no les importa el futuro de la patria. Nos hemos entregado. Asumimos que somos capaces de votar por el que mejor puede hacerlo por el país, pero la gran masa no; me temo que además es cierto.

Lo malo en esto es que siempre han sido los intelectuales, activistas nacidos en la clase media, los que han motorizado los grandes cambios sociales, pero para que esto sea así hay que actuar, sin embargo nuestro patrón no es ese. No se nos ocurre, sentados en un “sushi bar” de Naco, incluir en nuestra discusión los cambios que hay que hacer en la representatividad y en los mecanismos de control de esta democracia caribeña. Es más importante entre las damas las cortinas de 15 mil dólares que les hizo una decoradora de moda y entre los caballeros el plasma de 72 pulgadas que se acaban de comprar.

Y así vamos de elección en elección arropados por el voto zigzagueante de una gran masa en cuya ignorancia se apoya la política populista e irresponsable, liderados por una pequeña burguesía trepadora que se atraganta de poder tan pronto lo tiene al alcance y ante los ojos de una clase económicamente poderosa que tiene cuenta y apartamento en Miami, por si acaso.

Juan Pablo Duarte, el fundador de esta nación escribió ya en la hora postrera de su final destierro “¿Qué más se quiere del patriota? ¿Se quiere que muera lejos de su patria, él que no pensó sino en rescatarla; y con él sus deudos, sus amigos, sus compañeros, sus compatriotas que no sean bastante viles para humillarse y adorar el poder satánico que adueñado de la situación hace más de veinte años, dispone a su antojo del honor, de la vida, de las propiedades, de los mejores servidores de ese pueblo heroico hasta en el sufrimiento y tan digno de mejor suerte?”. Era así entonces; lo sigue siendo.

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El autor es consultor de negocios.

Email: federico@promarketdr.com

Publicado en el Periodico Hoy el 24 de mayo del 2007


50 Dominicanos Opinan, 3 de 4

Una de las características de una democracia operante es la obligación de los representantes electos de responderles a los mandantes por sus acciones. Esto se viabiliza por la capacidad de hacer al mandatario responsable del cumplimiento de sus promesas de campaña. Al respecto el 72% de los entrevistados entienden que Nunca o Casi Nunca hay forma de obligar al funcionario electo a hacer lo que prometió.

4. Con relación a las promesas de campaña,

después que un candidato/partido gana las elecciones en República Dominicana:

Siempre

Casi Siempre

A veces si a veces no

Casi Nunca

Nunca

No Se

Hay formas de obligarlo a hacer lo que prometió

11%

0%

17%

21%

51%

0%

Solo se puede castigar en las próximas elecciones

29%

27%

38%

4%

2%

0%

La presión de los medios de comunicación lo puede obligar a cumplir

7%

7%

56%

27%

4%

0%

La Iglesia puede obligar al gobierno a cumplir

5%

9%

52%

23%

11%

0%

Las huelgas y movilizaciones populares lo pueden obligar a cumplir

7%

2%

57%

23%

11%

0%

El congreso puede obligar al gobierno a cumplir

7%

2%

25%

41%

25%

0%

Si no hace lo prometido le dan un golpe de estado

2%

0%

0%

2%

93%

2%

En la misma pregunta incluí diferentes elementos de presión para lograr ese objetivo, de ellas sale la conclusión de que el votante dominicano sólo tiene una posibilidad de exigir el cumplimiento de las promesas de campaña: no volver a votar por el mandatario; por lo menos eso opina el 56% de los que respondieron esta pregunta.

El 31% de los entrevistados estimó que Casi Nunca o Nunca los medios de comunicación logran el objetivo como elemento de presión de lograr que los mandatarios cumplan sus promesas de campaña. Las iglesias vienen inmediatamente después, pues aunque tiene también el 14% de apoyo, el 34% entiende que su fuerza para obligar los mandatarios a implementar sus ofertas de campaña es poca. Las huelgas y movilizaciones populares tienen sólo el 9%, así como el Congreso de la república. El 95% de los entrevistados entiende que las posibilidades de que se de un golpe de estado en Republica Dominicana es prácticamente inexistente.

¿Que concluir? Democracia sin balance. Esto es una contradicción de términos, la democracia funcional exige que el poder sea reactivo a la opinión del pueblo, pues la legitimidad del mismo emana de él. Una vez en el poder, el gobernante dominicano ha adquirido una patente de corzo que le permite ejercerlo a su mejor entender y sin que ninguna institución sea capaz de hacerle sujeto de su compromiso electoral.

Los medios de comunicación en República Dominicana son omnipresentes. De hecho, cualquier bípedo implume tiene un programa, opina y entrevista. En los últimos años nos hacen sufrir vergüenza ajena abriéndole el medio a los “interactivos”; personajes de apodos graciosos cuyo modus vivendus es “representar” diferentes líneas de pensamiento (o de ausencia de ellos). La presencia supernumerosa de estos programas en los excesivos medios de comunicación existentes crea una ilusión de libertad, y esto se refleja en nuestra encuesta. El 77% de los entrevistados opinan que si uno no está de acuerdo con la forma en que el gobierno está funcionando las personas tienen libertad de protestar pública y privadamente, sin embargo, el 85% de ellos entiende que si usted trabaja en el gobierno tiene que estar callado.

Mis entrevistados afirman que si uno no está de acuerdo con la actuación del gobierno (y no es empleado público) puede protestar, pero cuando entramos en el tema de la apertura de los medios a todo el que quiera protestar, el 48% se muestra indeciso, con un 33% que tiende a decir que sí, que están abiertos al público.

5. Si uno no está de acuerdo con la forma en que el gobierno esta funcionando

Siempre

Casi Siempre

A veces si

a veces no

Casi Nunca

Nunca

No se

Tiene libertad de protestar pública y privadamente

47%

30%

11%

11%

2%

0% (0)

Si trabaja en el gobierno tiene que estar callado

59%

26%

11%

4%

0%

0% (0)

Los medios de comunicación están abiertos a todo el que quiera protestar

13%

20%

48%

11%

9%

0% (0)

Puede someter los gobernantes a la justicia

11%

4%

4%

30%

50%

0% (0)

Llama la atención que cuando ponemos una alternativa institucional, “Someter los gobernantes a la justicia” un 80% opina que esto no se puede hacer Nunca o Casi Nunca, aunque uno no esté de acuerdo con la forma en que se está manejando algún aspecto de la nación. Mi interpretación de estos datos me confirma la percepción de que vivimos en una supuesta democracia, sin balances, donde se asume que uno puede hablar, siempre y cuando no sea pasible de represalias inmediatas, pero donde los mecanismos institucionales de balance del poder del estado no existen o no funcionan. ¿Refleja esto talvez un resabio trujillista de la paranoia que hablaba el Dr. Zaglul? Creo que no hemos asumido nuestro rol de ciudadanos de una democracia con derecho a que nuestros mandatarios nos respondan por sus actos y el temor al estado sigue presente en cada uno de nosotros.

Dada la importancia que los medios de comunicación ejercen en la vida del país, quise averiguar la opinión de la relación de estos con la sociedad.

6. La relación de los medios de comunicación y la sociedad

Siempre

Casi Siempre

A veces si

a veces no

Casi Nunca

Nunca

Los grupos de poder son dueños de los medios más importantes

66%

34%

0%

0%

0%

Los dueños de los medios solo defienden sus intereses

53%

34%

13%

0%

0%

Los medios de comunicación son independientes de los partidos

2%

4%

46%

37%

11%

El 100% afirman que los medios de comunicación más importantes son propiedad de grupos de poder y el 87% opina que los dueños de los mismos sólo defienden sus intereses. Un 48% entiende que los medios de comunicación y los partidos políticos tienen vasos comunicantes que hacen que exista una “conchupancia”, parafraseando a los amigos de “Aparte y Punto”.

Debemos concluir que el llamado “Cuarto Poder” es más bien el “Poder de los Cuartos”.

La propiedad de medios y a su manejo es un sujeto de la legislación en la mayoría de los países civilizados. Siendo los medios de comunicación masiva la vía de expresión de la voz popular, asegurarse de su independencia e idoneidad es una necesidad social. En nuestro país se ha permitido en esto, como muchas otras cosas, que siga el desorden institucional. No hay leyes antimonopolio, ni luce factible que dada la relación estrecha de los políticos con los grupos de poder se pongan medidas de control que aseguren que los intereses de estos grupos, si bien legítimos, no ahoguen el derecho de la población a la libre información.

Si algo podemos concluir de este grupo de preguntas es que la democracia dominicana es una “dedocracia” en la mejor tradición Balaguerista; sin controles ni balances. Todos tenemos derecho a una opinión, pero si es oída, nada asegura que será atendida. Podemos estar de acuerdo o no con la forma en que nos gobiernan, pero nuestros políticos nos han dejado sólo una puerta: elegir cada cuatro años uno de entre ellos mismos, que va al poder sin obligación de hacer nada de lo que ofreció y sin que tengamos ninguna forma de exigírselo.

Me preocupa que de todos los “A Veces Si a Veces No”, el más alto fuera “Las huelgas y movilizaciones populares lo pueden obligar a cumplir” (las promesas de campaña). Espero que la opción de la violencia ciudadana no sea la única que nuestra renca democracia le deje a la población para reclamar sus derechos.

LOS QUE QUEREMOS LA DECENCIA SOMOS MÁS

El autor es consultor de negocios.

Email: federico@promarketdr.com

Publicado en el Periodico Hoy el 25 de mayo del 2007